enero 16, 2006

Donde nada pasa hay una pista de aterrizaje para el desastre (Parte 3)

Salí de la regadera corriendo en busca de una toalla, mientras que los poros de mi piel, en su propio asunto, saltaban sometidos por el frío; y la toalla estaba perdida, en la lejanía de una gaveta.
Era el primera atardecer del año, así que pensé en ir comer al café Hera y de paso disculparme con el pequeño Sawyer (así llamaré al mesero de ahora en adelante) por no salir del café hasta la 1:00 am de hoy, orillada por la necesidad de fastidiarlo. Al no tener problemas con el orgullo, pedir disculpas es una buena excusa para socializar; además al despertar, pensé que cualquier cosa problemática con la que mi mente se hubiese entretenido los pasados doce meses, hoy estaba anulada. Soy una mujer nueva.

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