febrero 14, 2006

Donde nada pasa hay una pista de aterrizaje para el desastre (Parte 5)

Una común capa grasosa cubría la barra, los saleros, la caja metálica de las servilletas.............................
El pequeño Sawyer limpiaba todo con el mismo trapo; desde el café derramado por clientes torpes, hasta la bola de pelos escupida por algún gato.

-¡Despabílate muchacho! ¡¿Qué tienes ahora?!-
-Nada… es uno de esos días.... no tengo ganas de hablar-
-¿Hay otro tipo de días para ti?- Para Eliseo tratar con Sawyer era incomodo, y odiaba esa incomodidad que lo hacía sentir sin autoridad y control, como resultado gritaba mucho -¡Esa exposición de orquídeas es una maldición!-

El café Hera estaba desierto, la exposición “Rarezas en Orquídeas” estaba a solo una cuadra, y todos los asiduos clientes del lugar (en un fenómeno extraño) habían cambiado los pequeños asientos individuales del café, por un boleta de entrada al lugar; y todo sin ponerse de acuerdo, de eso estaba seguro Sawyer, porque rara vez cruzaban palabra entre si.

-¿Qué tienen de genial esas flores?... (suspiro)…solo porque son raras y escasas-
-Quizá sea solo un pretexto- murmuró Sawyer mientras utilizaba aquel trapo para limpiar la parte blanca de sus converse.
-¡¿Pretexto, de que?! o ¡¿Para que?!-
-Acéptalo, la buena vida es un concepto que se aplica para muy pocos, el resto (nosotros) debemos fastidiarnos. Hacer cosas que no nos gustan, para comprar cosas que no necesitamos y aparentar algo que no somos. Nuestros clientes se sienten culpables... pero ver orquídeas.... los entretiene, ahora tienen el pretexto perfecto e ideal para hacer algo que comúnmente no harían...Algo que los haga alejarse de lo que no son- Nada de lo anterior lo dijo en verdad, solo lo pensó mientras que Eliseo lo miraba exacerbado. El pequeño Sawyer amaba las frases inconclusas, las ideas flotantes en el limbo. Dejar las cosas a medias, era para él como dejar las puertas abiertas para que la vida mejorara.

-¡Bien muchacho, bien, ahora sé que amas las orquídeas.Pero porque no mejor sales y traes algunos clientes!-

Sawyer salió del café echando un vistazo a la exposición de orquídeas. Un olor excepcional viajaba por el aire, parecido al de un perfume… un perfume que remonta los recuerdos más placenteros de toda una vida.
-Tengo el aroma, solo me falta el recuerdo- Pensó, mientras seguía con la mirada a una hermosa chica que interrumpió en el paisaje, sutíl como la hoja de un cerezo en una película japonesa.
-Regálame una de esas donas-
-¿De cuales?-
-Las glaseadas. Pero debo decirte, mi bello joven, que no podré pagarte con dinero-
-¿De que me hablas?
-Si me das una, te dejo ver mi ropa interior-
-[…]


De haber sabido que ella desaparecería para siempre, no habría visto su ropa interior. La abría abrazado y llevado conmigo a cantara karaoke, o quizá a correr al parque y hubiéramos metido los pies en la única fuente existente de la ciudad.
-Definitivamente; ver su ropa interior es lo peor que pude haber hecho, porque ahora deseo más que nada lo que no hay forma de tener.

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