noviembre 03, 2009

.cosas que llevar a la lavandería.


Escucho de nuevo esa vieja melodía. A lo lejos un hombre escribe música para mí.

Respiro hondo, y mis pulmones se llenan de ese falso olor a limpieza que los detergente nos venden. El ciclo de lavado, las bolsas de ropa vacía, la espuma, todo parece ir al ritmo de una trompeta melancólica.

Me siento en el piso blanco, impecable, y me pregunto dónde está. Me pregunto si de alguna manera los sonidos que nos topamos en la calle se pueden embotellar. Toco mis labios sin permiso, y los descubro, sonriendo traviesos.

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